Relax. Era su premisa, que hoy sonaba dulce y hasta cariñosa, en un pedido de tranquilidad para llevar a mi calma espiritual. Es grandioso cómo a través de los años las personas utilizan las mismas palabras pero para expresar significados completamente opuestos. Años más tarde “relajate” tendría idéntico significado que “no me jodas”.
Acorde transcurrían los días y los meses, mi relación con Hogweed se fue afianzando. Hablábamos todos los días, sin excepción. La siguiente oportunidad que tuve de verlo fue cuando me fue a buscar al colegio una tarde de ese mismo año. Fuimos a tomar algo. Yo un jugo de naranja, él una tónica. Una hora más tarde yo estaba volviendo a casa… y se avecinaba la tormenta.
Yo en pos de mi personalidad obsesiva compulsiva, había estado imprimiendo todas las conversaciones que mantenía por chat con Alejandro. Me gustaba leerlas, llevarlas conmigo a donde fuera. Así, cualquier momento de ocio era transformado en placer por mí en cuanto leía las conversaciones. Es fantástico, descubrí un método de no dejar que pase el tiempo. De no dejar que los momentos de olviden; de hacerle decir una y otra vez las mismas frases: “no temas, bonita”, “tus ganas de verme son correspondidas”, “yo también te quiero mucho”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario